En el barro y el frío de un campamento improvisado en Ciudad Juárez, México, más de un millar de migrantes han esperado durante semanas, incluso meses, para poder presentar su solicitud de asilo en Estados Unidos. Desanimados, muchos acaban de rendirse.
Según las autoridades locales, la semana pasada había 1.500 migrantes, en su mayoría procedentes del suroeste del país, en tiendas de campaña improvisadas a pocos pasos de Río Grande, una frontera natural entre México y Estados Unidos.
Solo quedaban 700 el jueves... desesperados por la espera y las temperaturas que rozaban los cero grados, muchos abandonaron el campamento.
Las asociaciones locales convencieron a varias familias, cuando cambió la temperatura, para unirse a centros de recepción u hoteles. Algunos han probado suerte al otro lado del río, sin garantía de éxito.
Otros han preferido quedarse, por temor a perder su lugar en el sistema no oficial de listas de espera que los propios migrantes han puesto en marcha para convencer a los agentes fronterizos estadounidenses de que los reciban de acuerdo con su orden de llegada.
“Solo nos dejan pasar si les traemos estas tarjetas, para verificar que hemos esperado”, dijo a la AFP Rosa, una migrante responsable de mantener actualizada la lista.
Cada noche, hombres y mujeres del campamento vigilan las idas y venidas frente a los puentes que cruzan el Río Grande para garantizar que los recién llegados no pasen delante de otros.
Según una encuesta reciente realizada por investigadores de varias universidades del norte de México, el 60% de las familias esperan pacientemente en tiendas de campaña. Pero más de una cuarta parte de ellas, ni siquiera cuentan con este “lujo” y están obligadas a dormir al raso.
Muchos de estos migrantes dicen que están huyendo de la violencia desenfrenada en su región. “Los carteles nos han amenazado y han tomado nuestras tierras”, dice un hombre del estado de Guerrero, en el suroeste de México.
“Al principio, nos pidieron dinero”, explica. “Pero cuando ya no pudimos pagar, se llevaron nuestra casa. Nos dieron una quincena” para que nos fuéramos.
Ante este flujo de migrantes decididos a buscar asilo en Estados Unidos, las autoridades de Ciudad Juárez están mostrando flexibilidad.
“Entendemos que las autoridades estadounidenses no pueden procesar todas estas solicitudes (de asilo)”, dice el funcionario local Enrique Valenzuela.
“Estas personas dicen que están huyendo de una situación violenta o de pandillas organizadas en alianza con el gobierno”, agregó. “Sería inoportuno e ilegal, contrario a los derechos humanos”, comprometer “su voluntad de solicitar asilo” en Estados Unidos.