"Todas las guerras deben acabar". Con estas palabras justificó el nuevo secretario de Defensa de Estados Unidos, Christopher Miller, la inminente salida de tropas de Afganistán, un país en el que los soldados estadounidenses llevan luchando desde hace casi veinte años, a raíz de los históricos atentados del 11-S.
"Según nos preparamos para el futuro, continuamos estando comprometidos con el fin de la guerra que Al Qaeda trajo a nuestras orillas en 2001 (...). No somos un pueblo de guerras perpetuas, de hecho, es la antítesis de todo aquello que defendemos y por lo que lucharon nuestros antepasados. Todas las guerras deben acabar", señaló Miller en un memorando enviado a los miembros de las Fuerzas Armadas y que fue divulgado por el Pentágono.
El exmilitar, que llegó a combatir tanto en Irak como en Afganistán, sostiene que el conflicto ha sido "largo" y que ha conllevado "enormes sacrificios", por lo que, según dice, "muchos —él incluido— están cansados de la guerra". Según los últimos datos oficiales del Departamento de Defensa, con fecha del 9 de noviembre, 2.352 soldados estadounidenses han perdido la vida en el país asiático desde que comenzó el conflicto.
"La guerra no ha terminado", reconoce el secretario de Defensa. "Estamos camino de derrotar a Al Qaeda y sus acólitos, pero debemos evitar nuestros errores estratégicos del pasado".
Por este motivo, Miller aboga porque el ejército estadounidense pase de un "rol de liderazgo" a uno de "apoyo".
Esta estrategia coincide con la voluntad de la Casa Blanca de abandonar el país cuanto antes y dejar que sean las fuerzas afganas las que combatan a la insurgencia talibán que desde hace años da amparo a los yihadistas.
Fruto de esta política, el pasado mes de febrero, Washington alcanzó un acuerdo de paz con los talibán, que contemplaba la retirada total de tropas estadounidenses, siempre y cuando los insurgentes alcanzaran un acuerdo con el Gobierno local.
Sin embargo, las conversaciones de paz intra-afganas, que comenzaron en Doha a mediados de septiembre, se encuentran estancadas desde hace semanas. De hecho, el 2020 está siendo uno de los años más sangrientos en la historia reciente del país.
Debido a la falta de avances tanto en las negociaciones como en la pacificación del país, la propia cúpula del Pentágono ha puesto en duda en reiteradas ocasiones que los talibán estén cumpliendo con su parte del acuerdo con EE.UU., por lo que algunos, como el ahora ex secretario de Defensa, Mark Esper o el jefe del Estado Mayor, el general Mark Milley, se mostraron recelosos ante una retirada de tropas inminente.
Sin embargo, la retirada de tropas estadounidenses comenzó ya en marzo, cuando se anunció la intención de reducir el contingente desplegado en Afganistán de 13.000 a 8.600 soldados, a la espera de que se firmara una paz definitiva.
Sin embargo, esta retirada paulatina no era suficiente para un Donald Trump que llegó a la presidencia hace cuatro años con el compromiso de sacar al país de los varios conflictos en los que aún hoy se encuentra inmerso. De hecho, a mediados del pasado mes de octubre, en pleno repunte de atentados en suelo afgano, el comandante en Jefe de EE.UU. recurrió a Twitter para señalar: "¡Deberíamos tener a nuestro pequeño número de valientes hombres y mujeres que sirven en Afganistán de vuelta a casa por Navidad!".
La reacción del Pentágono fue negar que hubiera recibido instrucciones al respecto y ceñirse a su plan inicial de vincular la reducción de efectivos con el avance de las negociaciones intra-afganas.
El pasado lunes, Trump sorprendió a todos al despedir a Esper fulminantemente, a pesar de que las proyecciones de los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre indican que a la actual Administración apenas le quedan poco más de dos meses de gobierno.
En su lugar, Trump nombró a Miller, hasta entonces director del Centro Nacional Antiterrorismo, considerado en Washington una persona leal al mandatario y quien en el pasado ya se había mostrado a favor de abandonar Afganistán. Con su carta, Miller confirma que la Casa Blanca y el Pentágono vuelven a estar en sintonía respecto a los pasos a seguir para dejar Afganistán atrás.