Angela Merkel tuvo asegurado un lugar en los libros de historia desde que se convirtió en la primera mujer canciller de Alemania el 22 de noviembre de 2005.
Durante los próximos 16 años, se le atribuyó haber elevado la imagen y la influencia de Alemania, esforzándose para resistir las fracturas en la Unión Europea, manejando una serie de crisis y creando un modelo para todas las mujeres.
Ahora, cerrando una gestión de 16 años, abandona el cargo con elogios de gran parte del mundo y una sólida popularidad en su país. Su sucesor, Olaf Scholz, asumirá el cargo el miércoles.
Merkel, de 67 años, es una científica que creció en la desaparecida Alemania Oriental comunista. Solo su predecesor y mentor, Helmut Kohl, a quien correspondió la unificación del país, ocupó la Cancillería por más tiempo de 1982 a 1998, aunque solo por una semana.
Aunque Merkel quizás no tiene un logro de esa envergadura, su movimiento demócrata cristiano de centro derecha se convirtió en un indispensable administrador de crisis y un defensor de los valores occidentales en tiempos de crisis.
Durante su gobierno pasaron cuatro presidentes de EE. UU. y cuatro de Francia, cinco primeros ministros de Gran Bretaña y ocho de Italia.
Su administración estuvo marcada por cuatro retos principales: la crisis financiera global, la crisis de deuda de Europa, la crisis del influjo de refugiados a Europa en 2015-16 y la pandemia del coronavirus.
También fue la fuerza que impulsó las sanciones de la Unión Europea a Rusia por la anexión de Crimea y de los esfuerzos, inconclusos, de lograr una solución pacífica a ese conflicto.
Fue una partidaria de buscar soluciones multilaterales a los problemas en mundo.
La crisis financiera global y el influjo de migrantes “dejaron en claro lo mucho que dependemos de la cooperación más allá de las fronteras internacionales y cuán indispensable son las instituciones y los instrumentos multilaterales para enfrentar los grandes desafíos de nuestros tiempos”, dijo Merkel la semana pasada en un desfile militar en su honor.
Merkel es percibida como una líder crucial en el bloque europeo de 27 naciones, famosa por su fortaleza para concertar acuerdos en sesiones de negociaciones maratónicas.
Ha dicho que deja la Unión Europea en una situación que le causa preocupaciones.
“Logramos superar muchas crisis en un espíritu de respeto, en un esfuerzo siempre dirigido a encontrar soluciones comunes, pero también hay una serie de problemas sin resolver que serán un gran tarea para mi sucesor”, dijo recientemente.
Nombrada “la mujer más poderosa del mundo” por la revista Forbes durante los 10 últimos años, Merkel deja atrás el legado de haber logrado abrirse paso entre una política dominada por los hombres, aunque también enfrentó críticas por no dar un impulso mayor a la igualdad de género.
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