Los iraníes, ansiosos por tener más libertad en casa y menos aislamiento del exterior, reeligieron de forma rotunda al presidente Hassan Rouhani, retando a la élite clerical conservadora que aún mantiene su influencia.
Basándose en el recuento de los votos, la televisora estatal felicitó al presidente en un breve comunicado.
Ruhani, de 68 años y arquitecto de la aún frágil detente con occidente encabezaba el recuento con con 22,8 millones de votos de los 38,9 recontados hasta el momento —un 58,6 por ciento de los votos, frente a 15,5 millones o 39,8 por ciento de su rival, el juez de línea dura Ebrahim Raisi, según los resultados casi completos publicados el sábado.
Raisi, es un protegido de Ali Jamenei, que ha sonado en la prensa iraní como posible sucesor del líder supremo, de 77 años, que lleva en el poder desde 1989.
Los otros dos candidatos, el exministro de Cultura, Mostafa Mirsalim, y Mostafa Hashemitaba, un reformista que ya aspiró a la presidencia en 2001, tienen 455.000 y 210.000 votos, respectivamente.
Más de 40 millones de iraníes, el equivalente a una participación del 70%, votaron en las elecciones del viernes, dijo el viceministro de Interior, Ali Asghar Ahmadi, a reporteros en una conferencia de prensa televisada.
Es probable que la reelección salvaguarde el acuerdo nuclear que el gobierno de Rouhani alcanzó con las potencias mundiales en 2015, bajo el cual la mayoría de las sanciones internacionales han sido levantadas a cambio de que Irán detenga su programa nuclear.
Y asesta un revés a la Guardia Revolucionaria, la poderosa fuerza de seguridad que controla un vasto imperio industrial en Irán. Habían apoyado a Raisi para salvaguardar sus intereses.
Sin embargo, Rouhani sigue afrontando las mismas restricciones a su capacidad de transformar Irán que le impidió realizar un cambio social sustancial en su primer mandato y frustró los esfuerzos de reforma de uno de sus predecesores, Mohamed Jatami.