Por fortuna el senderismo o trekking se expande, crece, se afianza y consolida como una práctica masiva en varias regiones del mundo.
No estamos hablando de deporte extremo, por el contrario, es caminar por el mundo natural observándolo, compartiendo con el aire fresco y con las especies animales y vegetales que la vida ha prodigado.
El caminante es una persona que ama la naturaleza, que prefiere el silencio y gusta de meditar en medio de la calma de los valles, las montañas, los páramos, el bosque andino, los desiertos y las zonas selváticas.
Desde Canadá hasta Argentina y Chille, existen organizaciones o clubes dedicados a caminar a devorarse el mundo de los senderos. Hacen recorridos de pocas horas, de un día o expediciones de varios días.
El caminante es un peregrino, aquella persona que recorre tierras extrañas y que va preparado para afrontar el sol, la lluvia, los ascensos o caminos de piedra. Lleva su mochila con líquido, impermeable, bloqueador solar y algo de dulce para recuperar energías. Eso es lo básico.
Sin embargo, alrededor de esta actividad han surgido los amantes de las fotos, de los videos o de la observación de aves, mariposas o cuanta especie aparezca en el camino.
La dotación para caminar ha alcanzado un gran mercado, los zapatos que lo protegen de la dureza del terreno o del paso de una quebrada, el vestuario liviano que en temperaturas bajas le proporciona calor y elimina la humedad. Los sombreros o gorras que lo protegen de los rayos del sol, las cantimploras que van dentro de los morrales y lo hidratan en todo momento.
Ni hablar de los morrales o mochilas, son piezas que hoy han alcanzado un desarrollo tecnológico que le protegen la espalda y no dejan que sufra lesiones por el peso.
Es decir, caminar no es simplemente coger un sendero, hay que prepararse y llevar lo necesario para ir y regresar felices.
Felices de conocer nuevos territorios, otras personas, de respirar aires frescos y de coleccionar paisajes que desarrugan el alma.
Para comenzar a caminar busque un club que tenga rutas sencillas, de poco esfuerzo para que se cuerpo se vaya ejercitando, en muy poco tiempo amará esa hobby y sus fines de semana tendrán una copada agenda y en los períodos de vacaciones disfrutará de travesías maravillosas que lo alejarán del ruido del mundo y lo internarán en recorridos de bellezas que la naturaleza tiene para exhibir.
El caminante cuida la naturaleza, es sensible por proteger los recursos no renovables. Cuando está en medio del bosque aprecia su riqueza y lo que significa para las grandes ciudades: son sus pulmones. El caminante es un guardián de las fuentes de agua y saborea el agua fresca en su origen.
No hay nada mejor que salir un sábado o un domingo camino a la montaña o al valle y regresar recargado de buenas energías. No hay pueblo en el mundo que no tenga un sendero alrededor. Ese camino lleva a muchos más. Atrévase a conocerlos. ¡Se sorprenderá!
No estamos hablando de deporte extremo, por el contrario, es caminar por el mundo natural observándolo, compartiendo con el aire fresco y con las especies animales y vegetales que la vida ha prodigado.
El caminante es una persona que ama la naturaleza, que prefiere el silencio y gusta de meditar en medio de la calma de los valles, las montañas, los páramos, el bosque andino, los desiertos y las zonas selváticas.
Desde Canadá hasta Argentina y Chille, existen organizaciones o clubes dedicados a caminar a devorarse el mundo de los senderos. Hacen recorridos de pocas horas, de un día o expediciones de varios días.
El caminante es un peregrino, aquella persona que recorre tierras extrañas y que va preparado para afrontar el sol, la lluvia, los ascensos o caminos de piedra. Lleva su mochila con líquido, impermeable, bloqueador solar y algo de dulce para recuperar energías. Eso es lo básico.
Sin embargo, alrededor de esta actividad han surgido los amantes de las fotos, de los videos o de la observación de aves, mariposas o cuanta especie aparezca en el camino.
La dotación para caminar ha alcanzado un gran mercado, los zapatos que lo protegen de la dureza del terreno o del paso de una quebrada, el vestuario liviano que en temperaturas bajas le proporciona calor y elimina la humedad. Los sombreros o gorras que lo protegen de los rayos del sol, las cantimploras que van dentro de los morrales y lo hidratan en todo momento.
Ni hablar de los morrales o mochilas, son piezas que hoy han alcanzado un desarrollo tecnológico que le protegen la espalda y no dejan que sufra lesiones por el peso.
Es decir, caminar no es simplemente coger un sendero, hay que prepararse y llevar lo necesario para ir y regresar felices.
Felices de conocer nuevos territorios, otras personas, de respirar aires frescos y de coleccionar paisajes que desarrugan el alma.
Para comenzar a caminar busque un club que tenga rutas sencillas, de poco esfuerzo para que se cuerpo se vaya ejercitando, en muy poco tiempo amará esa hobby y sus fines de semana tendrán una copada agenda y en los períodos de vacaciones disfrutará de travesías maravillosas que lo alejarán del ruido del mundo y lo internarán en recorridos de bellezas que la naturaleza tiene para exhibir.
El caminante cuida la naturaleza, es sensible por proteger los recursos no renovables. Cuando está en medio del bosque aprecia su riqueza y lo que significa para las grandes ciudades: son sus pulmones. El caminante es un guardián de las fuentes de agua y saborea el agua fresca en su origen.
No hay nada mejor que salir un sábado o un domingo camino a la montaña o al valle y regresar recargado de buenas energías. No hay pueblo en el mundo que no tenga un sendero alrededor. Ese camino lleva a muchos más. Atrévase a conocerlos. ¡Se sorprenderá!