El FBI dice haberse enterado de operaciones que pretenden engañar a familiares, en Estados Unidos, de niños inmigrantes.
Ellas consisten en individuos que aseguran pertenecer a organizaciones caritativas que necesitan dinero para poder reunir a los niños con sus familiares en territorio estadounidense.
Los perpetradores pidieron sumas que iban desde los $300 dólares hasta varios miles.
“Estamos al tanto de que algunas de estas personas, posiblemente, están haciendo estos pagos usando dinero, que proviene de recursos muy limitados. Así que estamos preocupados porque esto está dirigido a individuos bastante vulnerables”, dijo Michelle Lee, agente especial del FBI en San Antonio, Texas.
Aquí en Washington, el tiempo se agota para responder a la crisis.
El congreso tiene hasta final de mes para aprobar los $3,700 millones de dólares pedidos por la Casa Blanca para confrontar la ola de menores.
Los republicanos aseguran que no le darán un cheque en blanco al presidente y piden que una ley de tráfico de humanos sea modificada para así poder deportar a los niños más rápidamente.
Los demócratas se oponen a cambios ya que estos, según ellos, le quitarían la oportunidad a los menores de presentarse en una corte para que su caso sea escuchado.
“Pero cambiar la ley que otorga derechos, me parece que un derecho que una democracia puede reconocer o evaluar que es necesario, es un derecho que debemos mantener”, aseguró Joe García, legislador demócrata de Florida.
Al mismo tiempo, funcionarios en el gobierno estadounidense afirman que el número de niños que cruzan la frontera se redujo durante la semana pasada. Según ellos, solo 500 menores fueron arrestados. En junio, un promedio de 2000 eran capturados, cada semana.
Los funcionarios fueron cautelosos e indicaron que es muy pronto para decir si la tendencia continuará de esa manera ya que en el verano la cifra de cruces en la frontera, normalmente, se reduce.
También esta semana, los presidentes de Guatemala, Honduras y El Salvador se reunirán con el presidente y vicepresidente de Estados Unidos, en la Casa Blanca, para discutir la crisis.