John Boehner extiende la mano y Harry Reid responde, tratando de acercar posiciones para evitar una crisis financiera en EE.UU.
El recién reelecto presidente Barack Obama encara una confrontación directa con el Congreso sobre los impuestos y el presupuesto gubernamental incluso antes de que preste juramento para su nuevo mandato de cuatro años el próximo 20 de enero.
Pero ayer, el vocero de la Cámara de Representantes, John Boehner insinuó estar dispuesto a aumentar los ingresos provenientes de impuestos como parte de un acuerdo para disminuir la deuda pública, cuando dijo que “podrían aceptar nuevos ingresos” con tal de “hacer lo que sea mejor para el país”.
El líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, devolvió el gesto diciendo “es mejor bailar que pelear y aunque peleo mejor que lo que bailo, sería bueno trabajar juntos”.
Los comentarios conciliadores se dieron en medio de una caída en los mercados de valores, por la preocupación de que Washington siga entrampada en la decisión sobre cómo lidiar con el abismo fiscal al que se enfrenta el país cuando, de no actuar, el primero de enero entren en efecto de manera automática aumentos impositivos y recortes de gastos por $600 mil millones de dólares.
El ejecutivo y los legisladores tienen hasta fin de año para lograr un acuerdo que posponga las subidas tributarias y los cortes a programas domésticos y al presupuesto de defensa, a menos que consigan concretar un compromiso que ya fue imposible en el pasado.
Expertos en economía aseguran que si el presidente y el Congreso no logran hacer algo antes de que entren en vigor tales medidas el país podría verse envuelto en una nueva recesión.
La economía de EE.UU., la mayor del mundo, no se ha estancado pero avanza muy lentamente tratando de recuperarse de la peor crisis económica que ha sufrido desde la década de 1930, cuando la Gran Depresión.
Ni el presidente ni sus adversarios republicanos desean en el fondo que se produzca la debacle pero ambos se han valido de tal eventualidad como una forma de obligar a la otra parte a alcanzar un acuerdo favorable.
Uno de los asuntos cruciales del estancamiento es si se deben extender por igual las exenciones fiscales que benefician a los estadounidenses.
Los republicanos quieren mantenérselas a todos, ricos y pobres. Pero Obama lleva rato tratando de que los más adinerados, las familias con ingresos anuales superiores a los $250 mil dólares, paguen impuestos más altos.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo la noche de las elecciones que los estadounidenses habían mostrado que no quieren impuestos más elevados al mantener con su voto una mayoría republicana en el Congreso.
Pero las interpretaciones sobre los mensajes de la elección todavía están en disputa ya que la Casa Blanca dijo el miércoles que si algo dejaron las elecciones fue un mandato de continuar con sus políticas de impuestos.
Pero ayer, el vocero de la Cámara de Representantes, John Boehner insinuó estar dispuesto a aumentar los ingresos provenientes de impuestos como parte de un acuerdo para disminuir la deuda pública, cuando dijo que “podrían aceptar nuevos ingresos” con tal de “hacer lo que sea mejor para el país”.
El líder de la mayoría del Senado, Harry Reid, devolvió el gesto diciendo “es mejor bailar que pelear y aunque peleo mejor que lo que bailo, sería bueno trabajar juntos”.
Los comentarios conciliadores se dieron en medio de una caída en los mercados de valores, por la preocupación de que Washington siga entrampada en la decisión sobre cómo lidiar con el abismo fiscal al que se enfrenta el país cuando, de no actuar, el primero de enero entren en efecto de manera automática aumentos impositivos y recortes de gastos por $600 mil millones de dólares.
El ejecutivo y los legisladores tienen hasta fin de año para lograr un acuerdo que posponga las subidas tributarias y los cortes a programas domésticos y al presupuesto de defensa, a menos que consigan concretar un compromiso que ya fue imposible en el pasado.
Expertos en economía aseguran que si el presidente y el Congreso no logran hacer algo antes de que entren en vigor tales medidas el país podría verse envuelto en una nueva recesión.
La economía de EE.UU., la mayor del mundo, no se ha estancado pero avanza muy lentamente tratando de recuperarse de la peor crisis económica que ha sufrido desde la década de 1930, cuando la Gran Depresión.
Ni el presidente ni sus adversarios republicanos desean en el fondo que se produzca la debacle pero ambos se han valido de tal eventualidad como una forma de obligar a la otra parte a alcanzar un acuerdo favorable.
Uno de los asuntos cruciales del estancamiento es si se deben extender por igual las exenciones fiscales que benefician a los estadounidenses.
Los republicanos quieren mantenérselas a todos, ricos y pobres. Pero Obama lleva rato tratando de que los más adinerados, las familias con ingresos anuales superiores a los $250 mil dólares, paguen impuestos más altos.
El presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, dijo la noche de las elecciones que los estadounidenses habían mostrado que no quieren impuestos más elevados al mantener con su voto una mayoría republicana en el Congreso.
Pero las interpretaciones sobre los mensajes de la elección todavía están en disputa ya que la Casa Blanca dijo el miércoles que si algo dejaron las elecciones fue un mandato de continuar con sus políticas de impuestos.