John Ratcliffe, el principal funcionario de Inteligencia del presidente Donald Trump, dice que el gobierno de China es la amenaza más presionante para la libertad y la democracia desde la Segunda Guerra Mundial.
La advertencia de Ratcliffe no es la primera de su tipo de entre la comunidad de inteligencia estadounidense, cuyos funcionarios llevan años señalando que la creciente fortaleza económica y militar de China representan cada vez más un peligro para EE.UU., pero este nuevo llamado pudiera ser el más urgente.
"Beijing se está preparando para un período ilimitado de confrontación con Estados Unidos. Washington debe estar preparado también”, dijo Ratcliffe en un artículo de opinión publicado el jueves en el periódico The Wall Street Journal.
No es la primera vez que Ratcliffe, quien asumió el cargo de Director de Inteligencia Nacional en mayo tras una cerrada confirmación en el Senado, ha mencionado a China como una de sus prioridades de inteligencia.
Sin embargo, en los meses anteriores a la elección presidencial de noviembre, repetidamente chocó con legisladores demócratas, algunos de los cuales lo criticaron de promover una “falsa narrativa” al insistir que China es una mayor amenaza que Rusia.
“Yo no intento restar importancia a Rusia”, dijo Ratcliffe a Fox Business News en agosto. “Pero las amenazas que enfrentamos de China son significativamente mayores (…) cualquiera que vea la inteligencia lo sabe”.
Amenazas económicas, tecnológicas y militares
Hasta ahora, muchas de las advertencias de funcionarios de inteligencia y orden público se enfocaban en los esfuerzos de China para superar a la economía estadounidense.
De acuerdo con el FBI, el número de casos de espionaje económico relacionados con China aumentó en un 1.300% en la última década. Hasta julio, la agencia dijo que estaba investigando más de 1.000 casos de robo o intento de robo de tecnología estadounidense que involucraban a China.
Sin embargo, todos se están preocupando más de los militares chinos, que junto a Rusia representan las dos principales amenazas al orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial en la más reciente Estrategia Nacional de Defensa de EE.UU.
Y donde los militares estadounidenses veían a China como una amenaza menor que Rusia, ya no es así.
“Definitivamente veo a la Fuerza Aérea del Ejército de Liberación del Pueblo como el líder adversario”, dijo el general Kenneth Wilsbach, comandante de las Fuerzas de EE.UU. en el Pacífico, dijo a reporteros de defensa el mes pasado, señalando “adelantos sin precedentes” de Beijing.
"No es que los rusos sean más débiles, porque tienen una considerable capacidad (de potencia aérea)”, dijo Wilsbach. “Solo creo que los chinos los han sobrepasado”.
‘La inteligencia es clara'
Actualmente, a menos de dos meses de que el proyectado presidente electo, Joe Biden, instale a su propio director de inteligencia nacional, Ratcliffe confía en que las advertencias de la administración Trump sobre la amenaza de China no caigan en oídos sordos.
"La inteligencia es clara”, escribió Ratcliffe. “Beijing intenta dominar económica, militar y tecnológicamente a EE.UU. y el resto del planeta”.
Agregó que “no hay límites morales ni éticos en su búsqueda de poder”.
“China incluso ha hecho pruebas humanas en miembros del Ejército de Liberación del Pueblo para desarrollar soldados con capacidades biológicas ampliadas”, afirmó.
Ratcliffe argumenta que las consecuencias de la negativa de China de aceptar reglas se extienden incluso a las familias estadounidenses. Se calcula que los daños del espionaje económico son de cientos de miles de millones de dólares anuales y están costando a los núcleos familiares promedio en EE.UU. de 4.000 a 6.000 dólares al año.
Mientras tanto, las operaciones de influencia se han ampliado, dice Ratcliffe hasta miembros del Congreso y sus asesores, con “seis veces la frecuencia de Rusia y 12 veces la frecuencia de Irán”.
Funcionarios de contrainteligencia de EE.UU. dijeron el miércoles que agentes chinos habían comenzado a aproximarse a miembros de la entrante administración Biden, algo que los funcionarios chinos calificaron de “absurdo”.